Por Ricardo Benítez Fumero
La cultura, cuando es verdadera, deja una sensación de bienestar entre aquellos que la disfrutaron o que fueron protagonistas. Este domingo finalizó la fiesta bicolor de Majagua y todavía hoy se respira “el olor” a los bandos.
Aunque los azules prosiguen su jolgorio y los rojos se prometen ser más efectivos el año que viene, el sedimento de los buenos momentos pasados se refleja en cada piedra, en cada esquina, en la totalidad del pueblo.
Una mayor atención a los valores autóctonos primó esta vez, por lo que los defensores de las tradiciones campesinas están de plácemes. Minimizado en otras ocasiones, el popular rincón campesino se llevó las palmas de las preferencias, incluso de los más jóvenes.
También la idea de dedicar la semana a una personalidad, la cantante María del Carmen Prieto, prendió entre los majagüenses, quienes la agasajaron lo mismo en las comunidades aledañas que en los centros de trabajo y en las distintas instituciones.
La danza, las parrandas, la décima, brillaron según lo esperado, aunque algunas demoras y contratiempos a veces empañaron el programa artístico y las actuaciones de los grupos musicales y sus invitados.
La cultura es parte consustancial del quehacer humano, y ese concepto abarca desde el arte culinario hasta la más insignificante manifestación. Pese a las naturales deficiencias que la austeridad del momento impone, quienes por estos días visitaron Majagua, comentan con entusiasmo que respiran todavía “el olor” a bandos.
Por eso muchos se prometen volver el año próximo, a festejar con doña Joaquina y don Pepe las más genuinas fiestas tradicionales de Cuba.
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